Nunca los caminos tienen un fin, es el título que recibe un libro que escribió mi padre, cuando regresamos después de un viaje que hicimos por España, mi madre, él y yo. Recorrimos, creo recordar, buena parte de Catalunya, Aragón y Castilla la Mancha. Él lo explicaría bastante mejor que yo. Yo era aún más pequeño que ahora : )
Y esta web me lo recuerda. No en cuanto a contenido, obviamente, sino en cuanto a forma y finalidad. Una web donde salen reflejadas, paso a paso, día a día, nuestras vivencias durante casi tres meses, con la intención de que quien así lo desee, pueda acompañarnos desde la distancia física y temporal, y pueda saborear el viaje desde casa. Y espero que hayáis podido disfrutar la ruta igual que nosotros. Ya no digo con la misma intensidad, pero al menos con la misma emoción.
Y haciendo referencia a esta finalidad, no me puedo olvidar de los protagonistas, y menos aún de los espectadores. De todos aquellos que habéis contribuido a darle sentido a Route79.net. Una razón de ser vaya. Porque no sólo ha servido para que familiares y amigos supierais que estábamos bien en todo momento, sino que además, pudierais acompañarnos durante todo el trayecto, de este apasionante Road Trip, de dos meses y medio a través de los USA. Ha servido también para conocer a gente nueva, que nos ha seguido como si nos conociera de toda la vida. A todos vosotros gracias. Gracias por estar ahí día a día dando ánimos, sugerir rutas y lugares de interés, aportar ideas nuevas y comentar todas y cada una de las curiosidades del viaje. Sin duda, con vuestra simpatía, habéis dado un toque más didáctico y divertido a la web.
Tengo claro que cuando regrese a Barcelona, me entrarán unas ganas tremendas de releerme todas y cada una de las noticias de Route79, vuestros comentarios, mirarme con detenimiento cada una de las fotos y vídeos, escuchar de nuevo los sonidos, cerrar los ojos y dejarme llevar. Volver a los Estados Unidos inundado por una mezcla de recuerdo e imaginación. Sin duda, la nostalgia se apoderará de mí. Y ahora mismo, cuando se acerca el fin de la aventura, me siento orgulloso, principalmente por dos motivos.
Primeramente por haber dedicado tiempo del viaje a la web. He comentado alguna vez a alguno de vosotros, que manda huevos estar de vacaciones y tener que currar. Pero al final, todo esfuerzo merece la pena. Me siento orgulloso de haber creado y desarrollado, junto con Jordi, Route79. No sólo porque, modestia a parte, está de putísima madre, sino porque me ayudará a recordar en los momentos de nostalgia, de aburrimiento y cruel monotonía, que existe algo más. Que no todo en esta vida es bajar cada día a comprar el pan, ir a la misma panadería, hacer cola detrás de la misma clientela y charlar con la misma panadera siempre de las mismas cosas.
El segundo motivo de orgullo, es haber tenido las pelotas de lanzarme al vacío. Dejar en “pause” los engranajes de la monotonía, la responsabilidad, la hipoteca, el trabajo, etc., y dejarme arrastrar por un espíritu aventurero que buena falta me hacía recuperar. Y descubrir ese algo más. He disfrutado como un niño y nunca en mi vida me ha caído tanto la baba. Me viene a la memoria la graciosa escena del loro sobre mi cabeza en Miami, el sol todopoderoso de las playas de Florida, el ambientazo en las calles de New Orleans en pleno Festival de Jazz, la ruta en canoa por los pantanos del Mississippi al acecho de los caimanes :), la oscura y estrellada noche del Big Bend National Park de Texas, los Saguaros, los Joshua Tree, la inigualable y desenfadada costa californiana, el gran YELLOWSTONE y en mayúsculas, los Arches de Utah, el omnipresente Gran Canyon, el “cinetransportador” Monument Valley, las emocionantes partidas a la ruleta en los casinos de Las Vegas, las majestuosas Niagara Falls, etcétera, etcétera. ¿Se puede pedir más? ¡Joder, claro que sí! Por supuesto. Quiero más. He visto una pequeña parte del mundo y espero no plantarme aquí. ¿Moriré sin ver la Muralla China o el Machu-Pichu? ¿Seré enterrado sin haber subido al Kilimanjaro? ¿Seré tan gilipollas de perderme una Semana Santa Andaluza? ¿O una Tomatina de Buñol? ¿Un Carnaval de Río?
Pero también tengo claro que no será dentro de un mes, ni dos ni tres. Quizá dentro de un año, o dos. Quién sabe. Tengo claro también que me va a tocar ahorrar para pegarme otra aventura semejante, y para ello tendré que reanimar el movimiento monotoniano. No me importa. De hecho, el truco está en saberlo compaginar. Pensándolo bien, qué mejor que escuchar los sabios consejos de una humilde panadera. ¿A quién no le hacen falta?
¿Y cómo es posible tanto derroche? Eso mismo me preguntaba yo. Pero sinceramente, no creo que la razón principal para no hacer un viaje sea el dinero. Los que me conocéis bien, sabéis perfectamente, que mi vida no ha sido un chorreo incesante de pasta a mis bolsillos. Más bien al contrario, un gota a gota intermitente. Y si yo he podido, creedme, cualquiera puede. Sentado en el sofá, viendo documentales de viajes, de aventureros y aventureras que recorren el mundo entero, que viajan insaciablemente, pensaba, ¿cómo coño se lo hará esta gente? Ahora ya lo sé. Con muchísimas ganas. Muchísima ilusión. Y con tiempo y dedicación. ¿Que muchos estarán forrados y no les hará falta enmonotonizarse de vez en cuando? De acuerdo. Pero yo no estoy forrado, ni me sobra el curro, ni el tiempo, ni bla bla bla. Y menudo viaje me acabo de marcar. Os animo a todos y a todas, a lanzaros al vacío. Ahorrad durante un año, durante un mes, durante lo que os haga falta. Cada cual sabe lo suyo. Pero hacedlo, y os daréis cuenta de que no es el dinero lo que más nos atrapa, ni la falta tiempo, ni el trabajo, ni la hipoteca… sino las pocas ganas de tener que pensar en hacer algo diferente, la escasez de ideas, el espíritu conformista, la tele y el sofá, en definitiva, el pan duro de cada día que alimenta a nuestra amiga monotonía. Moved el culo y me daréis la razón. Como dice el anuncio, hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás… echadle huevos. Dejad el curro, la hipoteca, la responsabilidad, mandadlo todo a tomar vientos. Y vuestro viaje se convertirá en una aventura, en una experiencia única, inolvidable. La aventura que ha significado para mi Route79. Estoy seguro de que si hubiera hecho este viaje durante las vacaciones de agosto, no hubiera sido lo mismo.
Me atrevería a decir que ha salido todo perfecto. Bueno, casi todo. Envié una caja con regalos a casa, y ha desaparecido. Nos retrasamos unos días por el tema de la matrícula y tal, y se nos pinchó una rueda del coche. Pero estas cosas pasan. Y te pasas momentos de agobio, de nostalgia, momentos en los que piensas qué estará haciendo mi gente. Momentos de carretera pesada, de calor insoportable, de maletas arriba maletas abajo. De tener que buscar un hotel a corre prisa, porque ya es tarde y vete a saber dónde duermes esta noche. Pero vale la pena el esfuerzo de dejarlo todo, los momentos “pesados” del viaje, etc… Vale la pena.
Quisiera acabar tal y como he empezado. Recordando que nunca los caminos tienen un fin, que nos esperan, que están ahí y que merece la pena recorrerlos. Aunque sea en un coche de segunda mano que expulsa la cinta del radiocasete cada quince segundos, con un par de bambas de hace dos años, y comiendo sándwiches de jamón y queso con pepinillos de vez en cuando.
Con todo esto, con esta sensación de plenitud interior, de orgullo y de satisfacción personal, y habiendo echado tanto de menos la comida de mi tierra :), no se me ocurre mejor frase para terminar, que una Dita Catalana:
Visca el pa, visca el vi, i visca la mare que em va parir!